la
OR
CIÓN
Orar se trata de estar con Dios hablando de tu vida,
de cualquier cosa que tengas en la mente y el corazón en ese momento: lo que te pasó en el día, lo que esperas,
lo que quieres…
pero lo más importante es oír lo que Él te quiere decir.
There is
no connection.-
Para lograrlo, necesitas concentrarte, es decir,
saber cortar con los pensamientos
que no siguen el hilo de tu conversación con Dios.
A veces, uno no sabe ni por dónde empezar...
«¿Que no sabes orar?
—Ponte en la presencia de Dios, y en cuanto comiences a decir:
"Señor, ¡que no sé hacer oración!...",
está seguro de que has empezado a hacerla»
(san Josemaría; Camino, n. 90)
Pero quizás, lo que más cuesta es comenzar.
Si hacemos ese primer esfuerzo,
si ganamos esa primera batalla…
luego Dios se encarga del resto.
¡Pruébalo!
SU VOZ
La voz de Dios es más interior que tu propia voz.
A Dios solo lo puedes oír en el silencio,
dentro de tu alma.
DIOS HABLA
Te darás cuenta de que vienen ideas a tu corazón y a tu mente que no hubieran llegado ahí si no te hubieras sentado a hablar con tu Padre-Dios.
GOD´S GOOD
Dios pondrá fuerza en tu corazón para lanzarte a esas cosas que ves que Él quiere para tu bien y el de los demás.
FORMA UN HÁBITO
Como en el trabajo o en el estudio, en la medida que perseveres, formarás hábitos que te facilitarán conectarte rápidamente con Dios.
NO HAY RED FLAGS
Si en tu vida te has equivocado no tengas vergüenza de hablar con Dios después de una caída.
Dios te mira siempre con ternura, con ojos de misericordia.
Comienza con lo que dice san Josemaría en su libro Camino n. 91: Me has escrito: "orar es hablar con Dios. Pero, ¿de qué?" —¿De qué? De Él, de ti: alegrías, tristezas, éxitos y fracasos, ambiciones nobles, preocupaciones diarias..., ¡flaquezas!:
y hacimientos de gracias y peticiones: y Amor y desagravio.
TUTORIAL
Y un consejo especial: ser sencillos y humildes delante de Dios.
San Josemaría nos aconseja algo muy bueno en su libro Camino n. 90: ¿Que no sabes orar? —Ponte en la presencia de Dios, y en cuanto comiences a decir: "Señor, ¡que no sé hacer oración!...", está seguro de que has empezado a hacerla”.
EXTRA
Guía
para hacer
un rato de oración
fe
Dios está presente en donde sea que estés, te está viendo y oyendo
dispo-
sición
Vas a pasar un rato con tu mejor Amigo, prepárate para hablarle y también para escucharle
amor
Cuando amamos somos capaces de todo y porque Dios te amó primero estás ahora aquí
p
a
s
o
Elige un momento
del día para hablar
a solas con el Señor
Puede ser en la mañana antes de empezar tu rutina, a mitad del día para hacer un break de tus actividades o, incluso, al final de la tarde para cerrar tu jornada.
Elige un momento en el que no estés presionado para terminar y que ojalá no te puedan interrumpir.
Si algún día tienes la oportunidad de visitar un sagrario, ¡esa es una oportunidad muy buena para hacer un rato de oración frente a Jesús Sacramentado!
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Elige el "material de apoyo"
Algunas ideas que te pueden ayudar:
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Ponte
un tiempo
Puedes empezar por un tiempo breve, por ejemplo 10 minutos, que solo es el 0,7% de tu día.
A medida que vayas creando el hábito diario de rezar puedes aumentar algunos minutos.
Usa tu reloj o el teléfono para acabar a tiempo y luego pon modo avión o “no molestar” (lunita ).
Empieza
a hablar
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Dios oye todo lo que tienes en la cabeza y en el corazón.
Te recomiendo que, para empezar, le digas esta pequeña oración:
“Señor mío y Dios mío, creo firmemente que estás aquí, que me ves, que me oyes. Te adoro con profunda reverencia. Te pido perdón de mis pecados y gracia para hacer con fruto este rato de oración. Madre mía, inmaculada; San José, mi padre y señor;
Ángel de mi guarda, intercedan por mí.”
Oración introductoria
A partir de ahora dirige tus pensamientos al Señor, dile todo lo que quieras, si hay algo que te preocupa, algo que te emociona, algo que vas a hacer hoy o que hiciste ya.
A Dios le encanta que le cuentes las cosas. Cuando sientas que tienes sueño, hambre o solo quieres irte ya a tu próxima actividad, puedes decírselo a Él.
También Dios tiene cosas que decirte, haz silencio en tu corazón y mira el sagrario o una imagen suya, eso también es hacer oración.
Cuando más te cueste, dile “quiero, Señor, que todo mi tiempo sea para ti”.
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Aprovecha
tu material
A veces sentirás que tienes menos cosas que decir.
Es el momento perfecto para anotar ideas en tu libreta o notas, para abrir el libro o el Evangelio, para darle play a ese podcast que te ayudará…
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Despídete al terminar
“Te doy gracias, Dios mío, por los buenos propósitos, afectos e inspiraciones que me has comunicado en este rato de oración.
Te pido ayuda para ponerlos por obra.
Cuando ya suene el temporizador y sea hora de continuar con tu rutina dale gracias al Señor por esos minutos contigo, invítalo a acompañarte el resto del día y pídele ayuda para no olvidarte de Él.
Puedes cerrar con estas palabras:
Madre mía, inmaculada; San José, mi padre y señor; Ángel de mi guarda, intercedan por mí.”
Oración final
Cuando hablas con un amigo tienes conversaciones triviales y comunes, se habla de cosas que quieren hacer, que tienen pendiente, hablan de personas, de cómo les fue en el estudio, nada especial.
La oración es igual.
Estás ahí, conversando con tu amigo y ninguno está apurado o cansado de estar en buena compañía.
Piensa en las ganas que tiene el Señor de escucharte y de hablarte.
Lo verás en tu día a día y a veces ni lo notarás.
Cuando recuerdes en clases o el trabajo algo que hablaste en la oración, allí están los frutos, cuando tengas disposición y alegría constante sin razón alguna...
Cuando empiezas a decir “esto lo diré en la oración”,
allí están los frutos.
Perseverar en la oración cuando no se tienen ganas es una de las señales del verdadero amor: ese que se mantiene firme a pesar de las dificultades.